noviembre 30, 2020

Aprendizaje y educación en pandemia, el pretexto para retornar al origen, la familia y la naturaleza

Experiencia de

Astrid Mercedes Sierra Sander

Breve descripción de la experiencia.

Mi experiencia parte desde mi propia construcción, soy mujer, madre de dos hijos, una hija y esposa. Junto a mi esposo decimos educar a nuestros hijos desde casa, sin embargo, fue en el 2019 que Shamaim, nuestro hijo mayor de 12 años y Orlin nuestra hija de 9 años, pidieron entrar a una escuela e incorporarse al sistema educativo formal. Todo marchó bien, se adaptaron rápidamente, mostraron buen nivel académico y también socioemocional, contrario a lo que se cree de que los niños y las niñas provenientes de familias des-escolarizadas pueden tener rezagos en esas áreas.

Pero en marzo del 2020, nada volvió a ser igual, ya que por la situación de la pandemia provocada por el COVID 19, Shamaim y Orlin no pudieron regresar a su escuela, ni siquiera por sus pertenencias o a despedirse de sus compañeros. Suceso que vivieron todos los niños y niñas del país. Han pasado 8 meses desde ese día, las escuelas siguen cerradas mis hijos regresaron a estudiar en casa, por fortuna no les costó adaptarse pues para ellos estar en su hogar es bueno y ya tenían creada la relación de que casa es igual a centro de aprendizaje.

Considero por esta razón los primeros meses me llovían los mensajes de otras familias pidiendo consejo, se daban cuenta que no estaban acostumbrados a convivir con sus hijas e hijos por tantas horas. Mi consejo para ellos y ellas fue siempre el mismo: la vida cotidiana implica mucho aprendizaje, las labores de la casa son muy importantes y la ciencia está siempre presente. Aunque me di cuenta que no era algo tan visible para los demás, como para mi familia. Cocinar, sacudir, regar el jardín, todo es aprendizaje; hay que entender que no sólo lo cognitivo, también lo actitudinal ayuda a desarrollar hábitos importantes de convivencia y colaboración. Sin embargo, esta perspectiva de que los aprendizajes que se generan en el seno familiar son valiosos, fue difícil de compartir con la sociedad moderna porque nos han convencido de lo contrario, por ejemplo, las mujeres que hemos optado por ser amas de casa a veces nos sentimos inútiles si ‘solo hacemos eso’ (labores en el hogar), pero esto se debe también, a la manera en que a nivel social se han configurado y calificado los roles, es esta sociedad la que ha establecido esos códigos de lectura de la realidad, estigmatizando como bueno o malo el ejercer un rol, como el de ama de casa.

Pero no solo de eso fuimos testigos en los intentos por trasladar la escuela a casa, la Secretaría de Educación Pública da como respuesta su propuesta a través de los programas Aprende en Casa y Aprende en Casa II, una educación en frente de los monitores, clases en línea, programas en la TV, etc., no obstante, esta propuesta apenas acomoda a unos pocos, ya que el aprendizaje es mucho más que solo guías y conceptos, sin mencionar que este país no cuenta con la infraestructura para tal propuesta. Familias de seis integrantes con una sola pantalla, comunidades enteras sin acceso a internet de calidad, madres y padres que salen a trabajar y que no pueden acompañar a sus hijos en las tareas escolares, además de una larga lista de incongruencias.   

La pandemia nos ha traído grandes y profundas reflexiones, que no sólo involucraron a directores y maestros, sino también a las madres y padres de familia. En el tema de la educación y el aprendizaje el camino es largo pues ni siquiera hemos llegado a formular las preguntas correctas. La mayoría de las familias siguen luchando con el miedo a perder el año escolar e imitan la escuela en la casa poniendo sillas, pizarrón y horarios, en casos más ‘normalizados’, incluso sientan a las niñas y niños frente a los monitores vistiendo los uniformes escolares. Pocos han logrado que eso les dé satisfacción porque más allá de un espacio lo que se requiere es método y vocación para que realmente se logren los objetivos de las guías escolares, además de todo esto, también existe la necesidad del adulto por su desarrollo profesional y económico. Este preámbulo generó lo que se conoce entre familias como burbujas educativas.

Aprendizaje a partir de la experiencia.

Los aprendizajes obtenidos durante la pandemia se sitúan desde el plan de acción que asumimos, en el momento en que creamos conciencia de que no servía nada quejarse de la realidad educativa, era momento de crear acciones que ayudaran a configurar la realidad que deseábamos, no bastaba con pensarla, había que hacer realidad, lo que considerábamos ayudaría a nuestros hijos.

De ahí que nacieran las burbujas educativas, grupos reducidos conformados por vecinos, familiares o amigos que buscaron contratar maestros para que les apoyaran con la complicada labor de acompañar a los niños y niñas en su desarrollo educativo. Estas burbujas tienen diferentes actores que desempeñan funciones distintas; por un lado, tenemos a los guías, ellos trabajan con grupos multigrado, también están las familias que han asumido el reto de dar estructura y hacer la contención que aportaba la escuela; y claro, los niños y niñas que viven estas nuevas experiencias como si fueran nuestros conejillos de indias en estos procesos de adaptación ante la nueva normalidad. Si bien, a simple vista parecieran burbujas aisladas hay una palabra clave de aprendizaje que termina uniéndolos: la flexibilidad.

Con todo y los retos que este proceso presenta, ha resultado muy constructiva la experiencia, ya que al ser grupos reducidos (máximo 10 participantes) el riesgo de contagio es mínimo, aun así, se han fomentado actividades al aire libre, lo que ha llevado a los niños y niñas a un contacto más cercano con la naturaleza, y por ende a una conciencia más real del cuidado de lo que les rodea. La misma situación de la pandemia y estas medidas de salud y prevención a generado en las familias una tendencia a la cultura del autocuidado, pasando de simples teorías o planteamientos de libros o cuadernos a acciones.

Cada burbuja está compuesta por familias que de por sí conviven. La mayoría de estas familias y docentes que les apoyan, están tomando consciencia de que es más fácil partir de los deseos e inquietudes reales de las chicas y chicos más que de imponer un tema. Hemos comprendido que la forma en que se nos presentan los contenidos por parte de las instituciones educativas nos resulta casi obsoleta frente a esta realidad, porque el mundo ha cambiado y este fenómeno de pandemia tendrá que traer nuevas formas y contenidos en la educación. Contenidos que sean viables a partir de los contextos familiares y sociales y que vayan encaminados a la prevención de futuras crisis sanitarias y económicas.

En el aspecto social los pequeños grupos se ven obligados a escucharse, organizarse y comprometerse más allá de cubrir cuotas monetarias. Esto trae conflictos pues no es fácil hacer acuerdos y dejar el ego de lado, sin embargo, poco a poco está sucediendo que acuerdo y sobre todo que, al prevalecer la idea del bien común, la idea de formar comunidad se vuelve real.

Propuesta.

La propuesta que surge después de todo lo que hemos vivido durante esta situación pandémica se sitúa en dos principales acciones:

Una, visibilizar cada vez más la importancia de la vida en comunidad, cuando varios somos los que legitimamos procesos, construcciones, las apropiamos es más factible que el impacto que se genere en las nuevas generaciones pueda permanecer, transformándose de simples creencias familiares a culturas que se transmitan a nuevos contextos. Enseñar aspectos como el respeto por la tierra, el retorno a las actividades agrícolas, el autocuidado, son elementos que bien se pueden rescatar y convertir en parte de lo cotidiano.

Si bien, no podremos ignorar que después del COVID la vida será mucho más cibernética y virtual. Que a nuestros hijos les tocarán compras, conferencias, conciertos y estudios universitarios en línea, también debemos en paralelo revalorar los oficios, el contacto con las artes y con nuestra comunidad inmediata como familia y vecinos.

Estos elementos son un tesoro muy valioso que la pandemia nos obligó a desenterrar, por lo tanto, las propuestas se concentran en hacer vivido, visible, viable aquellos que nos regala una oportunidad de acercarnos, si bien, una de las consignas ha sido permanecer con sana distancia, el regresar a la idea del terruño, del contacto con el origen, con la madre naturaleza, nos da la oportunidad de ser cercanos de nuevo.