Experiencia de
Oscar
Breve descripción de la experiencia.
Ante un fenómeno de tales características como lo es esta pandemia. La primera cuestión que la realidad, la vida en sí me ha demandado no ha sido qué aprender sino aprender en cuanto tal. Está situación ha exigido algo que le es propio a los seres vivos si quieren sobrevivir y proteger su especie: adaptarse. Para adaptarse hay que desarrollar en un nivel superlativo la capacidad de aprender porque exige un desarrollo cualitativo sin precedentes. Ha sido difícil porque es muy común que uno se aferre a «lo de siempre» a lo acostumbrado. En cierta forma cada uno tiene su propia zona de confort y cuesta salir de ella. Este aprender a aprender ha sido trascendente, existencial pues ha tocado las dimensiones más humanas, más sagradas y también las más vulnerables de mi vida: mis concepciones o representaciones acerca de la vida, de la muerte, de la eternidad; mis pensamientos, emociones y sentimientos más encontrados. La forma de relacionarme conmigo mismo, con mis semejantes y con Dios. En fin, ante una realidad tan complicada por lo que de real tiene y por lo que de mentira y manipulación pueda tener me he sentido impelido a hacer movilización holística por su extensión y comprensión.
Aprendizaje a partir de la experiencia.
Aprendí a discernir con más cuidado los acontecimientos. También a tener una fe en Dios más pura desnuda de asideros contingentes. Al enfrentarme al miedo he aprendido a no tener miedo a la muerte y, aunque tengo más temor de que algún ser amado pueda morir, eso no me causa ansiedad, me parece que he comprendido un poco más y, sobre todo, he abrazado la contingencia de la vida, así como la trascendencia en sí misma. Aprendí que hay que ser innovador y también aprender a utilizar las innovaciones. Me digitalicé más con todo y las fobias que tengo contra eso. He aprendido a realizar transacciones y relaciones digitales. Pero algo que aprendí o en lo cual crecí más es en estar atento para apoyar adecuadamente y de acuerdo con mis posibilidades a cada persona que de alguna forma de cruce por mi camino existencial, desde los de casa hasta los desconocidos. También aprendí que soy tan vulnerable ante la hipertecnologizacion como lo puede ser cualquiera y que, para no deshumanizarme o perder mis horizontes de sentido debo de tener autovigilancia y autodisciplina y también para con quien está a mi cargo, porque las tecnologías o te ayudan o te pierden, te destruyen. Pero, lo que más aprendí, mejor dicho, he fortalecido, es la certeza de que lo más importante es amar concretamente, amar en cada momento presente y amar a todos. Que Dios es Amor y que, nada debe turbarme o espantarme porque todo pasa y quién a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta.
Propuesta.
Campañas para no depender de la tecnología y tener actividades lúdicas, laborales, académicas y afectivas que estén desconectadas de la RED.
Sin esperanza y llenos de miedo es muy difícil aprender lo desarrollador, es necesario ayudar a aprender a no depender de la información de lis medios, nuevamente a desconectarse y vivir su vida con lo justo necesario de i formación y con este aprendizaje no sólo de desconectarse sino de discernir de lo que se consume en internet y demás medios.
Necesitamos aprender a convivir y estar en clases presenciales sin miedo pero con previsiones sanitarias suficientes tengo conocimiento de varios adolescentes que están hartos de tener clases en línea. Abrir espacios de acompañamiento personal y grupal para generar resiliencia y otras habilidades aún las digitales, pero volver de a poco a la convivencia y escuela presencial desde un nuevo aprendizaje de CUIDAR AL OTRO, CUIDAR A TUS SEMEJANTES, CUIDAR-NOS.